SERíA FANTÁSTiCO PODER CAMBiAR EL PASADO

  Sería fantástico poder cambiar nuestro pasado. O al menos suprimir, agregar o corregir una o unas partes de él “a piacere”. Pero a los seres humanos comunes no nos es posible hacerlo. Es más ni siquiera al presente lo podemos adaptar a nuestras exigencias y paladar. Al pasado sólo lo pueden adaptar y moldear, una y otra vez, los historiadores.
  A veces por investigaciones sobre un tema puntual como lo es, por ejemplo, una reciente que concluyó que el faraón Tutankamón, quien murió a los 19 años, probablemente haya sido fruto de un incesto. Y en otras, en cambio, para dar una interpretación muy particular sobre los hechos. Pero no quiero abrumarlo con la historia. No, para nada.
  Simplemente le pido que recuerde cuantas veces a lo largo de su vida pronunció con un tono melancólico lo siguiente: “ah, si yo hubiera…” Un departamento que no compró por temor a pagar 120 cuotas. Y así lo asaltaron y lo asaltarán en lo que le resta de vida muchos interrogantes como “ah si yo hubiera terminado la facultad; si me hubiera declarado a la morocha aquella noche en el teatro; si me hubiera ido a trabajar al exterior o si me hubiera comprado dólares”. Bueno cálmese.
  Ya no se puede hacer nada. Se casó con quien se casó y punto. Y en una de esas se salvó porque la morocha del teatro hoy tiene un Alzheimer de aquellos o el galán que conoció y la sedujo esa noche en el boliche hoy sólo tiene dos dientes en el maxilar superior y es casi, casi un indigente. Así que como no podemos vivir ni modificar nuestra historia le pido que no se resigne la posibilidad de vivir bien el presente.