
Hasta hace unos días
Río de Janeiro era la capital mundial del
Carnaval. Nada ni dadie en el mundo puede imaginarse que alguien pueda disputar el reinado indiscutido a los
Cariocas en este rubro.
La alegría es brasileña. O al menos era lo que se creía. Pero, inesperadamente la tierra del
Tío Sam se transformó en un competidor de fuste. A los delirios a los que
George W. Bush nos tiene acostumbrados, como confundir hedor de axilas con armas químicas, se le sumó ahora la estrepitosa caída de la Economía y la lenta agonía del sistema bancario que puede terminar en la muerte del
Capitalismo. Y lo tragicómico de la "salida" a la crisis terminal: Estatizando los Bancos y absorviendo las pérdidas el Estado. ¡Sí Señores! ¡
El Tío Sam estatiza cuando la mierda le llega al cuello! De nada sirvieron los años que vendió al mundo, a la República Bananera del Plata incluida, el modelo de las privatizaciones.
Y Dios castiga.
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