COMO TOMAR UN TÉ de RUDA Y NO MORiR EN EL iNTENTO
Bueno... está terminando julio. El año está perdido. Y es el momento de realizar un balance. Le propongo que dé una mirada a su billetera o al monedero que tiene en la cartera. Entre las pelusas y los carnets varios trate de divisar algunos billetes de 10 pesos. Si los tiene no es para que salga a hacer ostentación, sino para reserve un par para comprar una bolsita de ruda. Y macho, no se deje engañar por un vendedor inescrupuloso. Es fácil descubrir la masculinidad en la citada plantita. Bueno, ya la tiene. Ahora y de acuerdo al mito que rodea a la ruda, nombre que podía aplicar a su suegra si es ésta del tamaño de Mike Tyson, cuando amanezca el primer día de agosto usted debe prepararse una infusión con unas hojitas. Nada de café o mate. No desafíe a la suerte o le saldrá una joroba. Y beberla. Sin azúcar ni yuyo paraguayo alguno. Es algo tan agradable como comer tunas con cáscara en ayunas. Pero, y si sembró con hojas de ruda distribuidas en lugares estratégicos de su casa la noche antes, usted está protegido contra todo mal. Excepto que viva en un edificio y el portero sea un asesino serial. Protege de manera general. Preserva de accidentes, ataques de espíritus que se hayan ido al descenso, de la envidia, etc. Desde siempre se le atribuye que crea un campo protector alrededor de quien la posea. Así que será molesto, pero no deje salir a la calle a su mujer o amante sin colocarle unos 65 gramos de hojas de ruda seca en la tanga y en el corpiño. Y otro tanto en las medias. Se lo agradecerán.
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