Refiere
el coronel
Misha Potemkin de su casual encuentro con el
Monje en Palacio: Yo había salido de hablar con el matrimonio
Romanov sobre temas inherentes a la División del Ejército, la Caballería Imperial, que dirigía en esos momentos cuando ingresé al baño a orinar. Comencé a descargar mi vejiga, cuando entró el
Monje Rasputín con similares intenciones en compañía de una menor. Se levantó la sotana y pude ver esa cosa que sostenía, no sin cierta dificultad, con su mano derecha la hija soltera de los
Karamazov. De inmediato quedé paralizado. Sentí un escalofrío que me recorría mi espalda, como si una mano con un hielo me pasara por la columna vertebral y se me puso la piel de gallina. Hasta ese momento yo había sentido el rumor que corría sobre el tamaño
del pene del Santón, pero pensé que era un mito popular más de los muchos que circulaban. De noche a veces me despierto sobresaltado con aquella escena, porque yo vi esa cosa enorme.
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