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POSTALES del SUR

¿SABE BIEN HACIA DÓNDE VA USTED?

¿SABE BIEN HACIA DÓNDE VA USTED?

¿Hacia dónde vamos? Usted, ¿se lo preguntó alguna vez? Y en caso de contestar afirmativamente ¿le pareció coherente la respuesta encontrada ? En las próximas líneas quizá descubra hacia dónde va y qué le espera allí. La vida es más simple de lo que usted y yo lo suponíamos. Y si se le vuelve difícil tal vez sea por las inclemencias climáticas. Lo habrá experimentado ya si Ud. vive en una zona que año tras año es devastada por el paso de las tormentas tropicales o por la visita frecuente de los huracanes. O de los monzones si es que reside a unos 13.800 km de donde se edita este blog que esta leyendo por Internet, casi de manera irresponsable, mientras se le inunda aún más el arrozal y ya perdió hasta su casa por la crecida del río.

Otro factor a tener en cuenta es el azar. Quizá se ganó un viaje, para 2 personas, en el concurso del desodorante que usa. “Alegres Vacaciones”, vaya nombre del concurso, incluye 7 días y 6 noches, con aéreos incluidos y tasas de aeropuerto, visitando El Líbano y Haifa. Y sí o sí debe ir a la zona en conflicto pues su rostro ya inunda los muros de las principales capitales del país.

O si vive aquí a la vuelta y se jubiló. Éste es el caso que hoy voy a tratar.

Usted trabajó y aportó durante 35 o 40 años al Estado para jubilarse. No importa dónde ni qué hacía. Tendrá que estar atento, justo ahora cuando Ud. usa en el mejor de los casos 2 pares de anteojos, y está medio sordo a que le avise un locutor de la TV o de la radio cuándo le toca ir a cobrar al banco. Si se decide por los medios gráficos, encontrará el preciado dato tras buscarlo hasta en los avisos fúnebres. De seguro es un breve. Y con una tipografía tan chica y comprimida que casi se parece a la de los contratos de alquiler...

Pero bueno ya atesora el dato preciso. Ahora, si puede valerse por sí mismo, sólo debe esperar que llegue el día soñado. Tíñase el pelo, el día antes, no querrá la cajera le descubra las canas. Y luego a acostarse temprano, como los pollos, para pasar una maravillosa noche de insomnio y de pesadillas…

Y desafiando al destino llegar antes de las 07.00 AM para engrosar la fila de quienes como usted todavía creen que a esa hora abre el banco. Y que a las 08.00 AM ya no habrá ni un centavo. Entonces, mientras mira a dónde recurrir si lo traiciona la próstata o la doblega la recurrente cistitis, no le quedará otra que hacer sociales hasta las 09.00 AM en que podrá ingresar.

“Mi nuera y/o mi yerno…” será de seguro el tema elegido para entablar una conversación amena. Salvo que su ocasional vecino sea sordo. En ese caso es preferible girar y acometer con quien esté detrás suyo en la cola. No se le ocurra incursionar en el lenguaje de señas. Puede, en especial si padece de Parkinson, ser mal interpretado y terminar en la comisaría tras desatar una batalla campal. Lo más prudente es hablar del tiempo. “¡Qué granizada, la que hubo en Buenos Aires! ¿No le parece?” lo hará quedar ante su interlocutor como alguien bien informado. Por eso no desespere. Tómelo con calma. ¿Ok?

Otro cantar es si no puede valerse por sí mismo ya que sufrió una patología que le dejó secuelas, como por ejemplo un derrame cerebral. Un ACV. Y al caminar arrastra hacia adentro la pierna izquierda amagando como lo hacía Diego Maradona antes de patear un tiro libre y su antebrazo y mano están retraídos a la altura de la tercera costilla. Ud. tiene más dificultades motrices que una gacela con varios tiros en sus patas. Y por esa razón depende de un lazarillo para ir al Banco. Entonces sí está problemas. La vida se la puso difícil a Ud. Muy difícil…

Tendrá que sortear junto a su copiloto toda suerte de vendedores ambulantes que le ofrecerán a lo largo de una estrecha vereda Baba de Molusco; un callicida a base de Grasa de Iguana o la pomada del Altiplano de Los Mil Usos. Y comenzará esquivar a los que lo persiguen ofreciéndole chorizos para que se le terminen de tapar las arterias; a los vendedores de quesos; a los de masas árabes o de facturas para el nietito. A esa altura, sólo habrá caminado unas 3 baldosas de 20 x 20 cm, y ya se sentirá harto. Y lo peor que su lazarillo, Dios lo ampare si se trata de su mujer, su hija o su nuera, también estará harto de caminar por esa auténtica Corte de los Milagros.

Y nerviosa, porque anoche no tomó el ansiolítico, se abrirá paso entre la turba que vende corpiños, medias, bombachas y películas truchas en DVD a los empujones llevándolo a Ud. a la rastra. “Pa: ¿ no te podés apurar un poco?” va a escuchar unas 35 veces mientras es arrastrado del brazo a unos 120 km en punto muerto. De los nervios estará Ud. frunciendo el culo para no hacerse encima.

Y lo habrán embestido y pisado en su pie derecho una veintena de jóvenes que le intentarán dar pequeños folletos ofreciéndole créditos para jubilados y pensionados ante la atenta mirada de unos policías, quienes también lo chocarán de manera descomedida mientras se pasean con más ínfulas que el general Charles De Gaulle al concluir la Segunda Guerra Mundial.

Pero ya ve la luz del túnel. Las puertas del Banco están a su alcance. Ánimo. Cuando ingrese y se siente en el salón a la espera de que lo llamen, van en el número 037 y usted tiene el 1.359, no lo podrá creer. ¡Otra vez derrotó a la vida!

Lentamente y mientras se coloca la dentadura postiza que llevaba en el bolsillo del saco y escupe las pelusas y unas migas de tortilla piense que Ud. es un Highlander; casi, casi un Bruce Willis en “Duro de Matar”. Piense que vida hay una sola: por lo tanto su mujer deberá esperar el aguinaldo para comprar las medias; su hijo se quedará sin el teléfono celular y su nieto sin las zapatillas porque Ud. se comprará al salir del Banco los 2 kg de chorizos que ansiaba; las cremas, una bufanda y repuestos para la máquina de afeitar. Y hasta un conjunto de ropa interior para regalarle a la pulposa enfermera, sí ésa de las grandes tetas que lo turban cuando pasan cerca de su cara, que lo atiende en la Mutual.


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