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POSTALES del SUR

CASO RASPUTÍN: "YO LOGRÉ ESCAPAR DE ÉL"

CASO RASPUTÍN: "YO LOGRÉ ESCAPAR DE ÉL" Maia era el símbolo de la belleza y de la elegancia en todo en el vasto Imperio. Lo pudimos apreciar, gracias a estos documentos fotográficos hallados por nuestro equipo de investigadores junto a un dossier. “Mis amigas y yo concurríamos a todas las fiestas que daban los Zares porque éramos hijas de ricos terratenientes, escribió Maia en un lejano 1915, en un pequeño diario íntimo revestido en cuero. Los hombres no se apartaban de mi lado y mi escote era el blanco de todas las miradas. Esto me halagaba e incomodaba cuando aparecía en escena Rasputín. Cuando una dama, entre ellas varias de mis amigas, había tenido relaciones con el Monje Grigory no podía bailar por semanas y era el comentario obligado de la reunión. “Mirá cómo quedó la Ivamushka” o “la Svletana demoró como una hora y media en pararse de la silla”, se rumoreaba en voz baja en el baño o en los balcones. Un día se me acercó y tras mirarme los pechos le dijo a mi madre: “Sra. Bestushev su hija tiene el seno derecho con una pequeña protuberancia en la cara anterior, a la altura de la tercera costilla, en adyacencias de la aréola y próxima al pezón, que intuyo debe tener trancado por falta de uso algunos de los 12 a 20 conductos galactóforos. Me temo, dijo Rasputín con aire doctoral, que estamos en presencia de uno o varios nódulos calciformes, que si no se tratan a tiempo terminarán inexorablemente en cáncer. Que la nena me venga a verme sola mañana a la noche así le hago unos estudios gratuitos.” Mis mejillas habían perdido color, estaba abrumada por el diagnóstico del Monje. Pero fui a la cita con mis padres y con 32 vecinos armados con sables y pistolas. Cuando salió a recibirnos pude advertir el disgusto en su cara y preguntó con voz ronca: "¿quién está primera para la mamografía?" Pasé con mi madre. "Me pidió que le mostrara mis grandes pechos y a mi madre le ordenó que se desnudara. Saqué fuerzas de donde no tenía y de un manotazo apagué las velas de la sala y huí despavorida. Pasé el resto de mi vida recluida en un convento de Siberia con un nombre falso, hasta que triunfó la Revolución del 17. De mi madre no volví a saber más nada y mi padre se suicidó meses más tarde. Yo pude escapar y salvarme del Monstruo nacido en Prokovskoe, un oscuro año 1871.”

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