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POSTALES del SUR

Ni a GARCÍA MÁRQUEZ se le hubiera ocurrido

Ni a GARCÍA MÁRQUEZ se le hubiera ocurrido

Esa noche, por más que todos lo intentaron, no fue igual a otras. Flotaba en el ambiente un tufillo extraño...
Las miradas de los comensales se cruzaban con prudencia. Y nadie intentaba detenerse en el rostro del jefe de familia, quien seguía de reojo -como era su costumbre- con imperceptibles tics nerviosos los desplazamientos de la servidumbre. Por fin la cena, frugal en esta ocasión, estaba servida. Una entrada de jamón crudo con melón; trucha a la manteca negra y verdura hervida de estación o timbal de arroz, para acompañarla.
Pan saborizado y agua mineral, con gas y sin él, se vertían en las copas otrora pletóricas de buenos vinos tintos. Mousse de mango; helados de limón o chocolate amargo; helado de sambayón sobre brownies tibios y una inmensa caja de bombones, con una tarjeta de buenos deseos, antecedían al obligado brindis.
Para la ocasión la señora de la casa había dispuesto un champán Dom Perignon cosecha 2000, seco, para que contrastara con el sabor de los postres degustados. “Dom Periñón, ¡¡eshe era un monje franshés de ultraderecha; un represhor de la abadía benedictina de Hautvillersh. Esh mejor que optésh por un buen eshpumante mendocino, de eshos que te envió el Julio Cobosh!!!”, afirmó Néstor Carlos sin dudar. Era sabido lo sensible de la epidermis de ambos ante cualquier referencia a un dignatario de la Iglesia.
Pese esta acotación, que en otro momento hubiera sonado como altanera y hasta descomedida, hoy no hacía mella en ella y por el contrario su serenidad acentuaba todavía más su otoñal belleza. Segura en sus movimientos sabía que transitaba los mejores momentos de su vida, a pesar de la noticia que debía dar a sus hijos.
“Chicos… Menos mal que ya son grandes, adolescentes y van a poder comprender lo que tengo que decirles. El papá mañana se queda sin trabajo. Sí, -afirmó de manera cortante- él pasa a engrosar las estadísticas de desocupados de este bendito país. Y como yo renuncié al mío, agregó, y en el nuevo trabajo no voy a tener aguinaldo les quiero sugerir que no pidan regalos caros para las fiestas de Fin de Año. Y menos para Reyes... Si ustedes leen los diarios saben que la Monarquía no da nada, sólo fomenta la sociedad de consumo”, concluyó haciendo sonar sus pulseras al aire.
Flor y Máximo la abrazaron con calidez y luego hicieron lo mismo con su taciturno padre, quien preso del síndrome del perro al que regalaron grande, no sabía a quién tenía que caerle simpático y a quién morder. Pero se fundió con su mujer en un interminable abrazo. Su camisa blanca, que lucía debajo de un elegante saco azul cruzado y desabrochado, atesoraba marcas del rouge rojo oscuro que lucía ella.
Él no le dio ninguna importancia al hecho y musitó algo a quienes fueron testigos privilegiados de esa noche muy particular. Y ya más distendidos tomaron asiento y brindaron a la salud de Cristina Elisabeth, la dueña de casa. Ella anunció que debía madrugar, por lo tanto se excusó y tras saludar a sus invitados partió a su dormitorio. “Mañana -pensó mientras se desvestía- debo estar radiante, chispeante y con una oratoria digna de un Jefe de Estado. Porque al fin y al cabo, pensó, ése será mi trabajo dentro de unas horas y por 4 años”.

Nota: el maestro Gabriel García Márquez, quien se alzó con el Nobel de Literatura, retrata como ninguno “el Realismo Mágico”. Nadie lo duda. Pero la realidad política de la Argentina supera cualquier cuento del colombiano.
El matrimonio compuesto por Néstor Carlos Kirchner y por Cristina Elisabeth Fernández bien merecería ilustrar alguna obra del Gabo. Él dejará el Poder, pasará de Jefe de Estado a desocupado, y Ella de desocupada a ser la primera Presidenta de la Argentina. Y todo esto en el mismo día. Comienza a gestarse la noche del 9 y concluye el 10 de Diciembre, al mediodía. Aunque Ud. no lo crea.
Usted se pregunta ¿Macondo acaso está en el Río de la Plata? Humm... yo le averiguo y si sé algo al respecto, ustedes serán los primeros en enterarse.

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