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POSTALES del SUR

Lo que no se sabía de SALVADOR DALÍ

Lo que no se sabía de SALVADOR DALÍ

Tras una vida surrealista, los vecinos de los Dalí Domenech dejaron Cataluña, en 1918, y se radicaron en la Argentina. Hace unos días descubrí una antigua foto de comienzos del siglo pasado junto a un manuscrito. Ambos se encontraban en el interior de un falso en un libro de poesía, que en realidad resguardaba a casi un centenar de recetas de la gastronomía de la ciudad de Alcalá de Chivert, situada al norte de la provincia de Castellón. Con el manuscrito pude reconstruir por vez primera como fue la infancia del genio Salvador Felipe Jacinto Dalí Domenech. La verdadera, no la que se conocía hasta el presente. Pero resulta que en ese miserable libro, poético por fuera y gastronómico en sus entrañas, que adquirí en una librería-anticuario de la avenida Corrientes al 1500, de Capital Federal, estaba la vida de Monique y de Jordi. Ellos influyeron de manera decisiva en la vida del genio de Figueres. Vecinos de la familia Dalí contaron que la pareja recibía a diario la visita del pequeño e inquieto Salvador quien, al contrario de lo que se conoce no tenía ninguna inclinación hacia el dibujo y menos por la pintura. Por el contrario, quería ser médico. Es por ello que cuanto pato o gallina que caía en sus manos, afirma Jordi en la misiva mascada por alguna que otra rata, era operado sin éxito por Salvador. Venía exultante a mostrarnos el hígado del paciente. Como se nos estaban terminando nuestras aves de corral y yo francamente estaba harto de comer tanto paté –había que darle alguna utilidad a los hígados que nos traía el pequeño hijo de nuestro amigo el notario- es que Monique decidió, una tarde fría del otoño de 1910, que menos daño haría con un lápiz o con una carbonilla que blandiendo un cuchillo en su diestra. Esta decisión lo hizo alejarse de nuestro hogar hasta bien entrado el invierno, cuando regresó a tomar sus clases. Era muy malo, duro y sus dibujos muy repetitivos, carentes de imaginación. Sólo dibujaba pollos y patos ensangrentados. Pero costaba reconocerlos, a simple vista parecían dinosaurios en miniatura. Monique maldijo una y mil veces su decisión de alejarlo de la medicina. Pero siguió adelante con sus clases. Un año más tarde el pequeño Salvador ya estaba más entusiasmado y se le dio por pintar, de colores muy vivos, a los animales que nos quedaban. “¡Mire señora Monique, la Instalación que hice para usted!” gritaba como enajenado, mientras decenas de gallinas multicolores corrían desesperadas por toda la casa, recuerda en un nervioso garabato Jordi. Pero antes de que cumpliera los ocho años ella ya había logrado con su infinita paciencia que Salvador desistiera de ser cirujano y por el contrario comenzara a dibujar y a pintar, como un niño normal, sobre hojas de papel. Tras vivir una vida surrealista los vecinos de los Dalí Domenech abandonaron Cataluña, en 1918, y se radicaron en la Argentina. Salvador Dalí nunca se olvidó de ellos. Y en el filme El Perro Andaluz hay una escena en la que Luis Buñuel recuerda el paso del genial Dalí por la Medicina. Ahora lo sabe: el genio de Figueres soñaba con ser médico y llegó al Arte sólo por casualidad. Está en usted divulgarlo o no.

1 comentario

clara -

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