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POSTALES del SUR

ALGUNOS TICS del CINE de HOLLYWOOD...

ALGUNOS TICS del CINE de HOLLYWOOD...

Si a lo largo de su vida Ud. amigo lector vio más de una película procedente de la tierra del Tío Sam habrá notado como éstas son el reservorio de los Tics. Y de las series de la TV, ni qué hablar. No sé, tal vez moriré con la duda, si los directores se autoplagian o si los guiones incluyen precisiones tales como “clonar la escena del vaso” de tal filme o de tal otro.

Yo lo desafío a que juntos descubramos “El Estilo Americano”. Cierre los ojos y mentalmente recuerde la última producción de Hollywood que vio. Bien. Se acordó sin dificultades. Vamos bien. Hasta ahora no lo atrapó el Alzheimer a Ud. y esto es para celebrarlo. Ahora, independientemente del género, dígame si no recuerda al actor principal, o al amigo y/o jefe y/o padre de este sujeto entrar a un bar y dirigirse a la barra. Sentarse, mirar al cantinero y pedirle “sírveme un whisky doble. ¡Qué día tuve hoy!”, abonarle la consumición y acto seguido eyectarse del asiento sin haber posado sus labios en el vaso que contiene el apetecido líquido ámbar. Yo en los Estados Unidos sería alcohólico anónimo: no me acordaría ni de mi nombre ya que me la pasaría desde la mañana en los bares de Nueva York o de Boston, sentado a la espera de estos tipos.

Sigamos. Hay un crimen o dos si Ud. así lo prefiere. En un apartamento él o la portera, de origen latino o africano, descubren la puerta semiabierta de la vecina del 4 to. “D”. Entran y la ven. Ella está en la cama con un minúsculo camisón transparente, boca abajo, parando el culo y sin bombacha. En su cuello hay un par de cortes. Hay sangre en la ropa de cama, en la almohada, en uno de sus pómulos, en la pared y en el balcón del departamento vecino, el 4 to. “C”. Los policías han llegado. Están sorprendidos por lo desordenado que está el cuarto. Descubren el corpiño de la occisa en la lámpara que cuelga del techo. Colocaron las cintas blanquinegras que permiten preservar la escena del crimen e impiden al vulgo vil acercarse a husmear. El fotógrafo en compañía del médico forense toma imágenes de la mujer especulando sobre su edad. Generalmente éstas son caucásicas, rubias y de unos 30 años.

Y aparece el Teniente a quien le asignaron el caso. Tras saludar ya descubrió un moco, seco, en la alfombra sintética que pertenece al gato siamés de la muerta y jura, en voz baja, que vio otro igual. Hace memoria y era de un asesino serial búlgaro, de Miami, 19 años atrás. Sus subalternos tienen en sus manos unas 3 bolsas de consorcio repletas de colillas de cigarrillos, para llevarlas a analizar al laboratorio. ¿Serán del amante o del asesino o acaso del gato?

Una llamada anónima a Asuntos Internos advierte que “hubo brutalidad policial con el asesino búlgaro, Petrovich era su nombre, y la extracción del moco”. Por ello el Capitán, a las 72 horas, le pide al Teniente que “tienes que entregarme tu placa y tu arma. Vete a casa. Estás apartado del caso. Lo siento. Es lo mejor para tí”. Ud. debe agregar Sam, Joe, Arnold o el nombre de su preferencia.

Tras liquidarse una botella de whisky, se despierta barbudo (la barba crece más rápido al personal policial suspendido) en su departamento y decide iniciar una investigación por su cuenta. Habla con una rubia de Narcóticos y le dice: (A) “Debes ayudarme por los buenos momentos que tuvimos” o (B) “Me debes una de cuando resolví yo el caso de los 320,6 Kg de Cocaína de Colombia enviada en el interior de 18.938 imágenes de la Virgen de Lourdes y tú obtuviste el ascenso”.

Ella le dice 2 o 3 vaguedades, por ejemplo García Márquez y Fernando Botero también son colombianos, y él asocia esta información con un nombre borroso escrito en una caja de cerillas, que encuentra en el baño de damas, al que entró por error en un bar. A cada letra le asigna un número. Y habla por teléfono. Es de Iowa. Le pide unas monedas al cantinero, tan borracho como él, y logra comunicarse.

“Soy un compañero de la secundaria estatal de Brookinville….” alcanza a decir antes que le cuelguen el teléfono. Camina despacio hasta la barra y se sienta.

Turbado ve cómo una mujer, vestida de negro y con un extraño lunar en la mejilla derecha en forma de corazón, le comienza a acariciar la entrepierna.

No puede disimular la erección. Su pene cobra vida y palpita. Y ella le pide que la acompañe a casa. Escuché ruidos en el techo, afirma. Él tiene una performance sexual increíble, a tal punto que llega a pensar que la descaderó. Antes de desmayarse de placer ella susurra un nombre. Él ya lo escuchó. En realidad lo leyó en la caja de fósforos que encontrara en ese baño. Se viste. Sube al auto de ella y conduce como loco hasta llegar a la esquina de Maine y la Quinta. Se baja. Allí se da cuenta que condujo en sentido contrario del tráfico y que se pasó unos 64 semáforos en rojo.

Salta a un cubo de basura y de allí al techo de una patrulla. Ágilmente gana los techos y despista a 6 policías. Desde arriba ve chocar a 3 patrullas entre sí. Se arroja a un balcón desde la escalera de incendios y ve al asesino Petrovich.

Atraviesa arrojándose como un arquero de fútbol al ventanal de vidrio que lo separa de éste. Se toma a golpes con el búlgaro, mientras lo maldice. Él sigue encarnando a la Justicia y se lo hace saber al criminal, quien como todo malo en USA, trastabilla y cae al vacío tras confesarle cómo mató a la rubia caucásica. Ocho patrullas llegan al momento de que el asesino golpea el pavimento y éste con su último aliento le confiesa al Capitán: “fui yo. Él no tuvo nada que ver”.

Una incipiente neblina se bate en retirada y casi son las 09 AM en el despacho del Jefe del Precinto 44. Tras resolver el caso, tapa de todos los diarios, el Detective recibe su placa y su revólver que le volverán a quitar sus superiores cuando se necesite resolver otro caso. Es muy patético ¿no le parece a Ud.?

Sigamos. Otro caso frecuente en películas o series policiales es el siguiente: “los ladrones se desplazan en un sedán negro, con placas de San Francisco”. Esto me llevó a pensar que si no baja el índice de criminalidad en USA es porque el Tío Sam no quiere o no le interesa hacerlo. Porque cualquier fiscal o juez de la nación puede solicitar a la Casa Blanca que ordene a las autoridades de San Francisco se prohíba la venta de ese tipo de vehículos en su territorio, con lo que desaparecería o disminuiría la delincuencia.

Pero el área policial parece ser terreno fértil para el uso de lugares comunes hasta el hartazgo. Fíjese Ud. si no observó esta situación. Un matrimonio feliz.

El tipo es corredor de Bolsa, tiene una magnífica casa, un Jeep 4x4 y una joven esposa. Ella no terminó la Universidad. Fue 4 años, pero nunca entró. Trabaja, par-time, en una Galería de Arte. Rubia, superficial, bien vestida y tilinga con muy buenos pechos dice su tarjeta de presentación. Una noche hay ruidos en el ático. Él se levanta y no hay nada. Su camisón transparente lo erotiza y él le comenta que el miedo se combate con sexo. A la mitad del acto, puede ser un poco más avanzado también, ella que está montada y meneándose sobre el sexo de su marido le comenta que su hermana Susan está por separarse de su novio.

Él con los ojos cruzados y jadeante se limita a acariciar los erectos pezones con cada mano.

Amanece. Él se baña. Ella ya preparó el desayuno. Él bebe sólo un sorbo de café negro. No toca las tostadas untadas con mermelada de arándanos, ni el jugo de naranja recién exprimido, ni los huevos fritos con el tocino. Tampoco lo atrae el tazón de cereales con yogur. Se despide con un beso y sube a su camioneta. A las 2 horas la habla al trabajo de ella la secretaria del marido y le pregunta si por qué no fue hoy a la oficina.

La rubia pulposa insiste en que lo vio partir rumbo al trabajo. Con el rostro desencajado comienza a levantar la voz y el amanerado supervisor de la Galería ya llamó a la Policía, que no tarda en llegar. Dos tipos de traje oscuro que se identifican como el Detective y el Sargento comienzan a hacerle preguntas. Ella ya llora y el Sargento le brinda su pañuelo y la reconforta mientras no deja de mirar sus piernas. ¿Se llevaba mal con él?, ¿Por qué no tenían hijos?, ¿Acaso no sabían cómo hacerlos?, ¿Sólo tenían sexo anal?; ¿Él tenía un amante?, ¿Tenía deudas de juego su esposo? o ¿Ud. le era infiel con el artista plástico francés que conoció ayer?

Con voz entrecortada responde que no a todo. Y recibe la tarjeta del Teniente con la recomendación “Si recuerda algo más señora, hábleme a cualquier hora”.

El Sargento la lleva a casa. E ingresa en busca de un posible violador. Odia que otro se le adelante en atender a una viuda y/o abandonada. Y se toma un café con un whisky junto a la doliente esposa en cercanías del teléfono, por si hablan los secuestradores. Sin ser Sharon Stone en “Bajos Instintos” intuye el policía que ella puede ser suya cuando se lo proponga. Y entonces comienza el cortejo. Paralelamente el FBI, en su oficina de Georgia, remite un fax en el que informa que el desaparecido era un ex agente de la DEA que estuvo destinado un par de años en Guatemala. El vehículo aparece en el estacionamiento subterráneo de su trabajo. Pero nunca salió de allí según el registro de las cámaras de seguridad.

El Sargento visita a la rubia y la pone en conocimiento de todo esto. Desayuna junto a ella y la lleva a la cama donde tienen sexo un par de veces. Ella sale de tomar una ducha fumando y le susurra: “él me golpeaba. Cada vez que perdían los Chicago Bulls se embriagaba y me violaba analmente. Hasta me llegó a quemar con un cigarrillo”.

Está semidesnuda y llorando sobre el pecho de “su hombre”, un hombre de ley.

El tipo ruega que aparezca con vida para matarlo él. Los galanes yankees nunca dudan de las versiones que sus conquistas les proporcionan en la cama.

Cuarenta minutos más tarde en el filme ella descubre una llamada de su marido en el contestador. “Amor llama por favor al 911 y diles que un loco me sigue en la carretera interestatal a Boston. Espero llegar a cen….” . Un par de disparos se escuchan. Le sigue el reventón de un neumático y una frenada violenta. Ella nunca llamará a Emergencias pues iba conduciendo y disparando contra él. En la mayoría de los casos sucede que: (A) Se cierra la investigación. (B) El pobre Sargento abandona a su mujer y a su hijo en silla de ruedas por la matadora. (C) Ella viajará y ya tiene un billete de avión a Brasil. (D) Éste está a nombre de su hermana Susan, quien aparecerá muerta junto al cuerpo del Sargento. (E) Ella está teñida el pelo de negro si antes era rubia, o rubia si ella era pelirroja. (F) Generalmente tiene, salvo error u omisión, que cobrar un millón de dólares. (G) Conocerá el amor en los brazos del ex ladrón regenerado que… Al resto, si aparece el Teniente o No, o si descubre que tiene SIDA o es un simple cólico renal, invéntelo por favor Ud. que yo lo dejo porque voy a ver una serie en la TV .

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Maru -

BRILLLLANTE