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POSTALES del SUR

La importancia de llamarse FERNÁNDEZ

La importancia de llamarse FERNÁNDEZ

Hoy perdí toda la mañana haciendo cola en el Registro Civil. No tenía postura de tanto estar parado. Y para colmo ensayando respuestas ligth a los comentarios y observaciones de quienes compartían conmigo esa tortura. "Y sí parece que va a llover"; "No, la verdad que no sé"; "Todo está mucho más caro de lo informa el gobierno"; o sobre "me parece que la empleada, ésa la jovencita, es parecida a la Jolie". Fue espantoso. La gente pregunta, y espera de su interlocutor, respuestas de toda índole. Y parodiando a Woody Allen les puedo asegurar que a veces yo no tengo a mano una ni para los temas más sencillos. Pero bueno ése no es el tema que quiero comentar. Resulta que cansado de ser un asalariado decidí dar un brusco cambio de rumbo a mi vida. Sí no puedo esperar ni un minuto más. Sres. ¡Yo también quiero ser un Fernández más! No hay derecho que no lo sea. Llegaré hasta el Tribunal de La Haya o le pediré a SS Benedicto XVI que ayude a llamarme Fernández. Ése es el mejor apellido, el más importante sin duda alguna, de la sociedad en la República Bananera del Río de La Plata. ¿El porqué? Porque la Presidenta se llama Cristina Fernández; hay un ministro Aníbal Fernández; otro Alberto Fernández y ella nombró a Carlos Fernández, como ministro de Economía. ¿Se dan cuenta porqué me cambié el apellido? Ahora estoy en la línea de sucesión. Tengo el número 50.062 y comenzaré de inmediato una ola de rumores contra quienes me anteceden. Ya tendrán noticias mías cuando deje de ser un Fernández de la guía y me convierta en un cortesano más. En la Argentina, sólo es cuestión de tiempo.




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